lunes, 17 de noviembre de 2014

Tratamiento de los trastornos de eliminación infantil








ENURESIS

Se pretende que los niños afectados aumenten la capacidad funcional de su vejiga a través de una serie de ejercicios: mediante un entrenamiento se les enseña a aguantar las contracciones del músculo que envuelve la vejiga, a retener la orina y a aumentar la capacidad de la vejiga. También se les prescriben ejercicios para que fortifiquen sus esfínteres, cortando el flujo de la orina, mientras están miccionando.

También se usan unos sistemas de alarma (el Pipí-stop), provistos de un sensor de humedad y un timbre que se activa ante las primeras gotas de orina que se escapan. Al encenderse esta alarma, el pequeño tiene que despertarse, cerrar el esfínter y levantarse para ir al baño y terminar de orinar. Este sistema se debe mantener hasta que el niño afectado haya pasado dos semanas seguidas sin pérdidas de orina nocturnas; después se le puede retirar gradualmente.

No hay que castigar al niño afectado ni tampoco ponerle pañales durante mucho tiempo
Sin embargo, todo este entrenamiento se debe acompañar de un refuerzo por parte de los progenitores para que el niño descubra las ventajas de no orinarse, ya que puede ocurrir que los padres no le presten tanta atención cuando deja de escapársele la orina. Por este motivo, Chicote explica a los padres que se les tiene que demostrar que hacerlo bien sí resulta ventajoso.

FUENTE: Consumer








ENCOPRESIS

El abordaje de este trastorno es similar al de la enuresis. Primero se deben descartar las causas orgánicas y se pide a los padres que realicen un registro observacional de los niños. La duración del tratamiento suele ser de unas diez sesiones aunque esto depende de las circunstancias que rodean al niño. No hay que descartar un tratamiento dietético si el funcionamiento evacuatorio intestinal de deficiente en el niño.

De un modo parecido a lo que se decía para la enuresis, en la encopresis se entrena a los niños en hábitos defecatorios y se utiliza una estrategia de recompensa o de reforzamiento. En caso de que se produzca la evacuación indeseada, el niño debe desprenderse de la ropa ensuciada y llevarla al lugar en el que esté indicado su colocación previa al lavado. Además debe asearse y vestirse de nuevo.

Los ejercicios que se pueden aconsejar son muy variados. Uno de ellos es que el niño se acostumbre a estar sentado durante un cierto tiempo a la espera de que se produzca la evacuación. Primero se puede hacer una su habitación para en un segundo momento realizar el ejercicio en el retrete.

FUENTE: Consumer