jueves, 19 de marzo de 2015

Déficit de atención e hiperactividad

La definición de hiperactividad se realiza en torno a tres conceptos clave:
  • Falta de atención
  • Impulsividad
  • Sobreactividad 
La falta de atención suele ser descrita por los padres y maestros con frases como "nunca terminan lo que empiezan", "no se concentran", "se distraen muy fácilmente", "hay que estar siempre encima de ellos", "están en la luna"…, es decir presentan niveles muy elevados de conductas fuera de la tarea.

La impulsividad se refleja en conductas tales como la incapacidad del niño para esperar su turno en situaciones académicas o de juego, asumir riesgos innecesarios que le llevan a padecer caídas y lesiones, poca tolerancia a la frustración, incapacidad para trabajar en tareas dónde no obtienen refuerzo inmediato, dificultades para seguir instrucciones y tendencia a responder precipitadamente en problemas con diversas alternativas.

La sobreactividad podríamos definirla como la presencia de niveles excesivos para la edad del niño, de actividad motora o verbal. Son niños que hablan continuamente, casi siempre se están moviendo, no pueden estar mucho tiempo sentados, etc…

Los síntomas se inician, a menudo, en la primera infancia (entre 2 y 6 años) y es más frecuente en los niños.

Respecto al origen, se mezclan múltiples factores: biológicos, retraso madurativo, factores pre y perinatales, influencias genéticas y variables ambientales y de aprendizaje.

La hiperactividad conlleva en los niños problemas de relación social con sus compañeros, de disciplina, problemas de conducta, fracaso escolar y déficit de autoestima. Por ello es importante detectar el problema cuanto antes para poder trabajarlo adecuadamente.